Crónica de Javier Rios (E-21)
Viernes 23
Al mediodía, tras rescatar a Javier «Arquero» Estarellas de la furgo de Miguelito en el área de servicio de La Junquera, cruzamos a tierras galas en mi primera incursión al paraíso de La Franqui.

Al llegar a nos fuimos directamente a la playa, donde los de Son Vent llevaban ya toda la mañana rodando.

Tras las presentaciones, ya que no conocía a nadie de esta gran familia, recoger mi nuevo pod y mi vela de 2.0, monté la vela de 5.5, con sables recién tuneados, con la incertidumbre de ver la diferencia con los “pros”. Pedí consejo de configuración, y al no tener todo el mástil de carbono, monté mi configuración de tres carbonos y tres fibras y me eché a rodar. Di un par de vueltas de reconocimiento del terreno y empecé intentar exprimir el potencial de la vela, viendo con desesperación como el Sont Vent Power me humillaba pasándome como si estuviera parado. Tras varias paradas para cambiar ajustes, y buenos consejos de Javier y Peter, conseguí mejores prestaciones pero todavía muy lejos de ellos.

Fue una estupenda tarde rodando, amenizada por un chubasco a la hora de recoger que nos enguarró todo el material, unos cuantos mosquitos y la pericia en la conducción de Miguelito que metió su furgoneta en una acequia y hubo que echarle una mano para sacarla.

Con la furgoneta de Miguelito de nuevo en la horizontal nos fuimos a tomar posesión del hotel y a cenar unas pizzas.

Tras la cena, en el jardín del hotel últimos preparativos y ajustes para la carrera del día siguiente. La noche fue larga, entre la nevera que conectaba el compresor cada diez minutos, los puntuales ronquidos de Javier y los nervios por lo que me esperaba el día siguiente, apenas pude pegar ojo.

Sábado 14
Bien temprano, café y croissant en el bar de la esquina y a los coches para ir a la playa.

Ya en la playa, presentaciones, acreditaciones, consejos y espera a que el viento hiciera presencia. El parte decía que iba a empezar la tramontana a partir de medio día, subiendo de forma considerable a lo largo de la carrera. Ante dicha predicción, decidí esperar a que el viento se definiera montando la vela de cuatro. Tras un rato de rodar y probar un poquito el circuito, monté la vela de tres y esperé a la subida de la Tramontana, el cual hizo su aparición a partir de las 12 de la mañana.

Durante todo ese tiempo, desayuno en la playa, almuerzo, reuniones de pilotos, ajustes y tensa espera a que empezara la carrera.

Por fin, tras el último breafing de la organización, donde se explicó el procedimiento de salida, se realizaron dos vueltas de reconocimiento al circuito y nos fuimos todos a la zona de presalida donde empezaba la cuenta atrás.

El reloj puesto en su sitio, todo perfecto cuando, ¡mierda!, el juez ha subido la bandera y yo todavía no he puesto en marcha la cuenta atrás. ¿Cuanto tiempo habrá pasado?. Mal empezamos. Lo pongo en marcha, sin saber cuantos segundos de retraso llevo sobre el tiempo de salida, por lo que opto por ponerme a la popa en primer “pro” que me encuentro, en este caso fue Manuel, y le sigo en sus evoluciones hasta que el Juez baja la bandera y cruzo unos cuantos metros detrás de el la línea de salida.

Arranca la carrera y todos como posesos a afrontar la bonita ceñida de más de un kilómetro hasta la boya norte. Por delante de mí debía tener entre quince y veinte carros que habían decidido acertadamente no seguir a Manuel, así que apreté los dientes y a por ellos. En la primera ceñida adelanté prácticamente a todos los production que llevaba delante, tomando la primera virada por el sitio para, sin perder mucha velocidad, hacer rumbo directo a la boya que iniciaba el largo. En dicho momento, ya mas tranquilo aproveche para ver donde andaba la cabeza de carrera y cual fue mi sorpresa al ver que ya casi estaban llegando a la línea de meta. ¡qué cabrones ¡. Bueno, me dije a mi mismo, tu tranquilo y a picarte con los de tu nivel. Me concentré en la carrera y seguí pasando a pilotos, perdiendo ya el control de si iban por delante de mío o ya les estaba empezando a doblar a algunos.

Las primeras vueltas no tuvieron mas historia que la gozada de correr por una pista única en compañía de un montón de carros, un poquito pasado de vela pero disfrutando de lo lindo. Con la carrera ya lanzada y la situación bastante normalizada empecé a plantearme conservar fuerzas, ya que el viento estaba empezando a subir y yo no tenía previsto cambiar a la vela de dos, como suponía que iban a hacer todos los que tenía por delante, buscando con ello recuperar parte del tiempo que me habían sacado.

La carrera seguía, y al carecer de equipo de tierra ni marcador alguno, no tenía ni puta idea en que puesto iba. Sabía que los “pros” de Son Vent iban por delante pero no sabía nada mas así que puse el punto de mira en la vela verde de José Pereira(F-14) que llevaba desde hacía rato por delante y a por él. Al poco ya lo tenía en el punto de mira y tras una buena picadita lo pasé y me fui. Seguía disfrutando de lo lindo y me encontraba bien físicamente así que… ¡a muerte!. Creo que fue más o menos en ese momento cuando me pasó Santi O. (E-3)como un avión, que me estaba doblando por primera vez. Tras él venían el resto de acólitos, así que me puse a su rueda e intenté seguirlos. Anduve bastante rato tras ellos, observando que en el largo y las trasluchadas íbamos mas o menos a la par, en la ceñida larga me sacaban un poquito y el la ceñida corta me humillaban.

Seguí tras ellos perdiendo poco a poco distancia cuando a la salida de la segunda trasluchada me encontré a «Arquero» (E-1) con la panza del carro hacia arriba. No es que me alegrara, ya que se ha portado estupendamente conmigo, pero en ese momento era un rival y tenía un problema. Apreté esa vuelta como pude y al volver a pasar por el sitio vi que «Arquero» estaba empujando el carro hacia la meta, por lo que ya lo llevaba por detrás. Seguí a mi marcha y en mi camino se apareció Thomas Arnaud (F-4), no se de donde salió, pero era bueno y con él mantuve un buen rato de mano a mano hasta que una melé de «productions» volcados en la ceñida corta me obligó a parar y se me escapó.

Tras un rato de dar vueltas apareció en mi camino Michel Soriano (E-66), con el que igualmente mantuve un buen pique. El maestro de La Franqui conocía el circuito mejor que nadie así que me puse a su popa y fui aprendiendo la mejor trazada. No tenía nada que ver por donde iba él y por donde iba yo, así que tomé buena nota. Poco a poco se fue yendo hasta que lo perdí de vista.

El cansancio empezaba a hacer mella. Mis principales problemas los tenía en el cuello ya que como buen novato, me había traído mi caso de trial con visera, la cual en el rumbo de ceñida me tiraba del caso hacia atrás y me producía calambres en el cuello.

El viento seguía subiendo y vi como alguno de los «performance» iban parando a cambiar a la vela de 2.0. Yo seguía encontrándome bien, un poco pasado de vela con la 3.0, pero a gusto, así que con el aliciente de recuperar una vuelta perdida seguí dándole duro.

Como era de esperar, al cabo de un rato me volvió a pasar Santi O. (E-3) como un tiro, luego Peter (PE-1) y luego Manuel (E-7), con el cual tuve un buen pique. Ya empezaba a estar un poquito cansado, el cuello me dolía en la ceñida larga y tenía que hacer recuperación en el resto del circuito. Llevaba ya dos horas así que empecé a conservar fuerzas y baje el ritmo porque corría el riesgo de calzarme un talegazo.

La vela de 3.0 se me empezaba a hacer muy dura, pero ya estaba terminando la carrera, así que no tenía ningún sentido parar a cambiar. Al pasar por línea de meta vi que Santi O. había terminado ya, así que estimé que no me quedaban más de dos vueltas. Con el aliciente de acabar, y extremando las precauciones porque iba muy pasado y casi exhausto de fuerzas, completé la primer vuelta, dándome la señal del director de carrera de que sólo me quedaba una vuelta, la cual igualmente di con precaución.

Al llegar a meta, me sorprendió que apenas había carros «performance» en el «padock», así que fui a ver rápidamente la clasificación y me quedé “flipao” al ver que había quedado el quinto. Conviene aclarar al respecto que, si bien tengo claro que quedé por delante de «Arquero» tras su accidente y reparación posterior, no tengo nada claro que le ganara a Manuel, ya que en la pista me adelantó y se fue. El cambio de vela y el cachondeo del cuentavueltas manual me genera serias dudas, así que no queda más remedio que repetirlo el año que viene.

Poco a poco iban llegando pilotos. Sorprendentemente, algunos estaban dando más vueltas de las 40 previstas, como Manuel y Juan Carlos «Mad 3» (E-11), ya que la organización tenía un poco de descontrol a la hora de avisar a los pilotos de que era su última vuelta.

Alguno, del que no diré el nombre, bajo del carro cabreado como una mona, ya que había dado 4 vueltas más de las previstas y llevaba bastante rato con insoportables ganas de mear. Tras regar de forma abundante los matorrales aledaños le cambió la cara y el ánimo, así que, ¡a seguir disfrutando!.

La tarde no dio para mucho mas. Los pilotos fueron llegando, se iban haciendo pequeños corrillos para contar las anecdotas de las carrera y había que empezar a recoger para ir a darnos una ducha al hotel y a cenar.

La organización había previsto una puesta en común de viandas y caldos aportados por los participantes, donde la armada hispano-lusa ( a excepción de un servidor que se le olvidó), triunfó tanto o mas que en la carrera.

El sitio buscado fue acertado. Una terraza de un bar restaurante, protegida del viento, en el paseo marítimo de La Franqui. En un abrir y cerrar de ojos, Xisqueta y María tomaron las riendas de la organización del ágape y con ayuda de unos cuantos empezaron a salir a velocidad del rayo bandejas y bandejas de tostadas con sobrasada mallorquina, queso menorquín, butifarra catalana…

Muy buena cena y acertado planteamiento, ya que permitía estar de charlita en distintos corros sin las limitaciones de una cena de mesa y plato.

Tras la cena la entrega de trofeos, en la que la organización francesa nos obsequío a los participantes con una botella de vino y un juguete. Buen detalle.

El día había sido largo y el agotamiento empezaba a pesar, así que a la cama. En esta segunda noche ni la puta nevera, ni los ronquidos de Arquero pudieron con el sueño, cayendo como un conejo hasta el día siguiente.

Domingo 25
Arrancamos igualmente temprano. Café y croissant en el meritado bar de la esquina, y a la playa a las nueve. La previsión era realizar una serie de regatas cortas y una prueba de velocidad, pero ante los 25 nudos y subiendo que hacían la organización decidió suprimir las regatas y celebrar exclusivamente la prueba de velocidad.

Monté mi nueva y flamante vela de 2.0, al igual que el resto de los mortales, y me fui a rodar y a probar el largo. Puse el GPS en el iPhone y me lancé unas cuantas veces por la pista. ¡Qué pasada!, hacíamos un largo de aproximadamente dos kilómetros que se me hacía hasta corto, cogiendo una velocidad de vértigo para una hamaca de playa con ruedas. Las primeras vueltas hice una punta de 76km/h, pero notaba que el carro se me desplazaba lateralmente cuando cargaba la racha, por lo que decidí parar a bajar un poco la presión de las ruedas. Tras los ajustes pertinentes me volví a echar a la pista sacando una punta de 81.8Km/h. ¡pa´bernos matao!… todavía se me encoje el estómago solo de pensarlo. Hay que estar encima de un carro a esa velocidad para saber lo que se siente. Me temblaban hasta los empastes.

Por supuesto, los «performance» baleares se salieron del tiesto alcanzando puntas de 87-88Km/h, un despropósito.

Tras un rato de rodar y disfrutar como un niño llegó la hora de recoger, ¡que putada que esto se acaba!, carro al coche, despedidas y para Zaragoza.

Resumiendo, uno de esos fin de semana que no se olvidan, donde he disfrutado rodando y compartiendo con una gran familia. Buena organización del Team France que pusieron ilusión y empeño en hacerlo lo mejor posible, por lo que igualmente se merecen mi agradecimiento.

La rodada y el campeonato han estado de p.m., pero sin duda alguna lo mejor del fin de semana ha sido conoceros a todos vosotros… Gracias!