Tarde-noche de luna llena de rodada habitual hasta que llegamos a la pista. Las previsiones daban buen viento de Norte pero lo que nos encontramos al llegar no era normal, rachas de hasta hasta 45 nudos que levantaban no solo la arena, también pequeñas piedrecitas que dolían de verdad en la piel descubierta. Tuvimos que protegernos varias veces tras la furgoneta. Los carros tumbados eran arrastrados por el viento. Menos mal que más tarde se quedó un poco más «humano». Rodada espectacular para disfrutar de verdad.